Démosle un poco de tiempo a la melancolía,
dejemos que nos arrastre suavemente
hacia oscuros derroteros de tristeza,
arrancándonos de este mundo cruel
de eficiencias y malversaciones,
de robos legales
con la firma del gerente
y del apoderado.
Tengamos derecho a llorar
y a levantar el dedo corazón
en alto
en forma de corte de manga o,
simplemente,
a llacer bocabajo en un sofá.
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